martes, 7 de octubre de 2008

La copa LA NACION fue para Casarino

La Nación-Bs.As. Viernes 3 de Octubre




Organizada por el Squash Club y auspiciada por Gatorade, se jugó anoche la final del cuadrangular Copa LA NACION, que fue a manos del paraguayo Esteban Casarino (izquierda), quien se impuso al uruguayo Jean Paul Bragard (derecha) por 3 a 1, con parciales de 13-11, 8-11, 11-8 y 11-6. A continuación, Power brindó una exhibición ante el argentino Horacio Resta (hijo), con victoria del canadiense por 3 a 0.


Por Daniel Meissner
De la Redacción de LA NACION

El ambiente del coqueto Squash Club, ubicado en un segundo piso de la agitada calle Florida, aparece algo convulsionado. Mientras Facundo Ciniello y Duncan Dub definen la Copa Pastorini del Campo en una de las dos canchas, muchos socios conversan animadamente mientras sus ojos buscan la escalera que conduce a la tribuna de madera. Se nota desde temprano que habrá una visita importante. Pasadas las 18, el pálpito se hace realidad. Hay corridas y se preparan las cámaras de fotos. Saludado y vivado por todos, el canadiense Jonathon Power, de 34 años, el ícono del squash en el mundo a pesar de su retiro oficial en 2006, ingresa en la casi octogenaria entidad. Todos lo buscan para que les firme una remera, una foto, una empuñadura y hasta la portada de su nuevo DVD, en el que el jugador dejó plasmadas las clínicas que brinda alrededor del mundo.

"Como siempre, es una gran alegría estar aquí, es la cuarta vez que vengo y me pone muy bien volver a conversar con mis amigos, como Horacio Resta (ex campeón argentino y sudamericano) y el resto de la gente del club", explica Jonathon, un personaje en todo el sentido de la palabra. Extrovertido, carismático y locuaz, hará todo lo posible para que su interlocutor comprenda perfectamente lo que busca describir con sus gestos más que con sus palabras.

Al recordar sus comienzos, surge una anécdota inusual. "Hasta los 12 años, yo hacía varios deportes, básquetbol, fútbol, squash y otros; como era relativamente bueno en varios de ellos, mi familia me conminó a que optara por uno para hacer una carrera. Fue el squash. Y mal no me fue...", admite quien durante una década resultó el mejor del mundo en su disciplina, a la que le dedicó 15 años como profesional.

La pregunta surge sin rodeos. Si estaba en la cúspide de su rendimiento, ¿qué lo llevó a retirarse? Power es elocuente: "Como jugador ya había logrado todo lo que quería -cuenta-; ser el número uno y por bastante tiempo. Me di cuenta de que mi aporte al squash podía ser mayor desde afuera de las canchas que como jugador. Así empecé con mi tarea de convencer a potenciales sponsors y nuclear a los clubes, jugadores e instituciones de todo el mundo, para que este deporte se globalice y no para que se lo juegue aisladamente en puntos muy distantes uno del otro".

Seguramente, cuando Power ganó el World Open por primera vez, en 1998, no imaginaba que se convertiría en el jugador del norte de América más exitoso de todos los tiempos, si bien su victoria en el Tournament of Champions de New York, dos años antes, ya lo había signado como un elegido en el mapa del squash mundial. Con esos logros, empezó a entrar en la consideración de sus compatriotas. Hoy, no parece preocuparle demasiado el tema. "Yo jugaba al squash porque siempre me pareció un deporte dinámico, en el que tenés que correr, pelear, luchar. Cuando yo era niño, todo eso era muy llamativo. Por eso me dediqué a esto. Hubiese sido muy estúpido de mi parte si lo hubiese hecho por la fama y por el reconocimiento. Soy un agradecido por lo que viví", desliza Jonathon, mientras la entrevista con LA NACION es seguida con una gran atención y respeto por los miembros de la entidad que lo albergó para su demostración de anoche.

Consultado acerca de la conveniencia de un deporte amateur o profesional, no otorga una respuesta contundente ni mucho menos. Al contrario: se reconoce partidario de ambos. "Creo que pueden convivir sin problemas. El deporte debe promoverse y en muchos casos se convierte en un negocio, pero también es importante sostener las bases, claves para el surgimiento de los buenos deportistas", admite con criterio.

Los pelotazos resuenan sin compasión en la cancha, situada a un costado del living. Va llegando el momento de verlo en acción, pero son tantas las batallas sobre su espalda, que ya no lo inquieta la prisa del reloj. Se ríe cuando se le pregunta por un sucesor natural. Aún así, admite que del circuito actual, le gusta el egipcio Ramy Ashour. "Es un joven de 21 años que va a hacer historia. Es muy talentoso", advierte.

Agradece reiteradas veces la nota y deja un "mucho gusto" en castellano. Las paredes de la prolija cancha del club, que antes retumbaban con pelotazos ajenos, esperaban ser conmovidas ahora con los del ilustre visitante.

1 comentario:

Lolé dijo...

Un orgullo nuestros dirigentes...
Felicidades una vez más!!!